Perfección y sufrimiento

Siempre me ha gustado el ballet.

Mentira.

Amo el ballet, me apasiona esta disciplina. Lo practiqué desde niña hasta que tuve 18 años, cuando tuve que elegir entre seguir con tobillos o seguir bailando en puntas en semanas alternas, ya que cada 15 días tenía alguna pata tiesa. Sufría mucho cuando no me salía un paso, cuando iba a destiempo aunque fuera un milisegundo, cuando no me estiraba los suficiente, cuando mis huesos no me seguían el ritmo. Pero tuve que elegir, o salud o pasión, y es una decisión muy difícil, créeme. 

Al cabo de los años, he comprendido porqué me ha gustado siempre este arte, y aunque después he seguido practicando otros tipos de baile, ninguno me mueve el alma como el ballet. Esta disciplina, es exactamente eso, una disciplina. Nunca puede ser un hobby, nunca puede ser un deporte para "mantener" el tipo. Requiere total entrega y exigencia, para llegar a ser todo lo bonito que puede ser expresar todo solo con tu cuerpo, sin articular palabra. 

Pero realmente el ballet no es otra cosa que la búsqueda de la perfección en cada movimiento y por eso siempre me ha apasionado. No hay otra cosa que me quite más el sueño que hacerlo todo correctamente, que todo salga a su tiempo, que a mis ojos, a los de los demás, no haya posibilidad de mejora porque he llegado a mi propio techo. No hay mayor recompensa que ver la tarea terminada perfectamente, tal y como había planificado, sin sustos, sin tropiezos. 

Sin embargo, la vida es incertidumbre pura, y he tenido que aprender a vivir con ella. Y también a convivir.

Sufría con tanta perfección. Y por suerte pude darme cuenta hace tiempo de lo que ganaba si dejaba tanta exigencia a un lado y me dedicaba a disfrutar de la vida tal cual viene. Pero esto ha tenido un efecto contraproducente: la mediocridad.

Una Mujer, Bailarina De Ballet, Bailarín, Bailando En La Silueta ...

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un mes como cajera

Mirando atrás

Micro-relato #reto5lineas Abril 2019 - Corazón desbocado