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Mostrando entradas de octubre, 2016

Esa palabra

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Esa palabra que me retumba en mis oídos. Hace tanto ruido como el silencio que emana de tu boca. Esa palabra que se me ha quedado en el recuerdo clavada, y que me recuerda lo mezquina que puedo llegar a ser. Una sola palabra, una solamente puede destrozarte o lanzarte a las estrellas. Las palabras hay que cogerlas de quien vengan. Y esa palabra salió de ti para estrellarse en mi pecho y hacer añicos mi interior. Has conseguido hacer añicos incluso la propia percepción que tenía de mí misma. Ya nada es verdadero en mí, me has deshecho. Has deshecho mi propio yo con una sola palabra. Sólo puedo recordar tus ojos clavados en mis ojos a la vez que te llenabas la boca con esa palabra, creyendo que me elevabas a quinta potencia con su energía.  Lo único que has conseguido, lo único que he conseguido es querer esconder la cabeza debajo de la tierra y no sacarla hasta que esa palabra sea descatalogada por la R.A.E. Sigue retumbando ese sonido en mi cabeza y yo sólo

Enganchada

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Nunca me ha sonado bien esta palabra. Pero no hay otra. ¿Estoy enganchada, me tienes enganchada? ¿Cuál es la mejor manera de decirlo? No estoy segura. Después de que me enseñaras esa puerta al paraíso, esa puerta que no temí cruzar, y que ahora pienso que era mejor no terminar de abrir. Porque me gustó tanto que hasta me asusté.  O quizás estoy asustada porque me gustaría volver a caminar a través de esa puerta. Fue como si siempre hubieses estado ahí, como si estuviera acostumbrada a ti, pero con la emoción del momento. Primero creí que no sería capaz, y luego salió sólo, sin forzar, naturalmente. Sabíamos que pasaría. Sabía que me engancharía, y aún así no quise dejar de arriesgarme. Hacía mucho tiempo que eso no me pasaba, despertaste mis sentidos y emociones dormidos. Vibrar, soñar, sonreír sin sentido, volar, pensarte, imaginarte. Ya no puedo parar.  No puedo desengancharme. Te has metido dentro de mi ¿ahora cómo te saco? O quizás no quiero sacarte. 

La puerta del pecado

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Hay puertas que nunca se deberían abrir. Otras que es imposible no hacerlo. La audacia está en saber distinguirlas. ¿Cómo sabremos qué hacer? No hay más que arriesgarse, arriésgate y no pierdas la oportunidad de descubrir qué hay detrás de esa puerta. Mejor arrepentirse de algo que has hecho que de no haber hecho nada. Si no la abres te pasarás el resto de tu vida preguntándote que habría pasado si... Y si... Esa frase condicional que tanto martillea nuestro cerebro cuando nos quedamos con la miel en los labios. A mí no me gustan las medias tintas, y por eso tampoco me gusta quedarme con las ganas. Me lanzo, y puede que al caer encuentre el agua o la piscina vacía, pero nunca me quedaré con la duda. Puede ser que tras esa puerta descubras algo que te cautive de tal manera que jamás quieras regresar. Puede ser que en tu inconsciente estuvieses buscando lo que acabas de encontrar aunque lo quieras negar. Quizás es exactamente lo que necesitas en este precioso momento, con

Quiero volver

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Esto es una carta de intenciones. De esas que no suelen hacer los políticos. De esas que se cumplen de verdad. Quiero volver a escribir, que me broten las palabras, tener que pararlas en la punta de la lengua para darles forma. Quiero volver a sentir la necesidad de escribir mis sentimientos,  quiero volver a sentir que puedo hacerlo. Quiero volver a emocionarme después de leer lo que he escrito, quiero volver a poner en orden mis emociones para poder escribirlas y describirlas. Quiero que vuelvas a emocionarte, a identificarte, y a que tengas tanta necesidad de leer como yo de escribir.