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Mostrando entradas de noviembre, 2016

Honestidad vs Sinceridad

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¿Por qué debemos ser sinceros con los demás? Nos ahorraríamos un millón de problemas y discusiones si nos calláramos de vez en cuando. Es abrir la boca y crecerte los enanos. Y más cuando esos enanos ni siquiera eran tuyos en un principio, los haces tuyos una vez y le das cabida en tu pensamiento y en tus palabras. 

Pienso

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Pienso y le doy vueltas y más vueltas en  mi cabeza. Es algo que me acompaña incansablemente día tras día, hora tras hora. Intento distraerme, estar siempre ocupada para no pensar más, pero esta tormenta encuentra siempre un hueco por donde colarse y revolverme el pelo y la vida. Miro el móvil sin sentido, solo poso mis ojos en él, porque en realidad no estoy viendo nada. Tecleo aquí y allá, fijo mi mirada en la pantalla esperando una respuesta, que por supuesto no vendrá de ahí. Busco en mi bolso, hasta el fondo, intentando encontrar algo ahí adentro, pero tampoco hay suerte. Pienso en el momento en que tocarás a mi puerta, ese momento en el que la sonrisa me llegará de oreja a oreja y será imposible disimular la felicidad que emanará de mis ojos. Mis labios se tensarán tanto al sonreír, que tendré que morderlos para pararlos y no quedarme sin los instrumentos que te dirán te quiero.

Placer silencioso

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Tu cuerpo está contenido. Escúchalo. Te pide a gritos una sacudida. Necesita explotar, soltar toda esa energía que se acumula en tu interior.  Ya no te vale correr, trabajar en jornadas intensas, hacer ejercicios hasta caer exhausta, leer hasta la medianoche, dejar la casa limpia como una patena. Tu cuerpo te pide algo más. Tus hormonas brincan lujuriosas, en tu cabeza hay algo que no te deja parar, y tu cuerpo también lo sigue cual flautista de Hamelín. Ya no puedes parar, te dejas llevar por el sonido de esa flauta mágica que todo lo embriaga. Por tu mente pasan miles de imágenes, pero no distingues ninguna con claridad. Has llegado a esa cima en la que ya nada tiene sentido, pero poco te importa. Cierras los ojos y te dejas llevar...arriba, abajo...sin control sobre tu cuerpo ni tus sentidos. Ya no hay vuelta atrás. Te esfuerzas por abrir los ojos, por saber qué pasa a tu alrededor, pero tu instinto femenino no te deja, quiere lo disfrutes todo en plenitud. Quiere q

A medias

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Media naranja, medio limón.  Medias tintas, medias noches. Llorar a medias, reír a medias. Da asco.  Sentir a medias, emocionarte a medias. Da pena. No vivas, no sientas, no rías, no llores si lo vas a hacer a medias. Destápate por completo, lánzate al vacío, seguro que encuentras un paracaídas. Y esperemos que no se abra a medias.  Erízate con el sonido de una voz, que se te escapen las lágrimas por una canción, salta dos metros sobre el suelo por una buena noticia. Tírate al piso y revuélcate en el barro, que no te dé miedo ensuciarte. Corre con todas tus ganas, grita con toda tu garganta. No te quedes a un metro de la meta. Enrédate en la lujuria, ríe hasta quedar afónico. Siente hasta el final. No escondas tu rostro enrojecido después de llegar al pleno orgasmo. Vivir a medias no es vivir. Vive hasta el final. Quizás no esté tan lejos.