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Mostrando entradas de agosto, 2012

Vagando alrededor de mi misma

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Sombras del pasado están tocando a las puertas de mi alma, que hasta ahora estaba inundada de luz, la luz de la verdad, la confianza, la felicidad, el amor, la seguridad. Me visitan en la víspera, pero muy a mi pesar su larga cola se dilata hasta alcanzar todo el día. Influyen en mí de tal manera que ni yo misma me reconozco por mucho que observe mi busto en el espejo. Mis manos temblorosas no soportan ni el más mínimo peso, mis ojos encharcados no alcanzan a vislumbrar nada más allá de mi irritada nariz. El latido de mi corazón se escucha por encima de los ruidos vecinales tan habituales y a la vez tan fastidiosos. Necesito cerrar bien fuerte los labios para que no se me escape un alarido de dolor, de angustia, de arrepentimiento, y para que mi lengua no se atreva a deletrear una frase que me ronda la cabeza interminablemente: “Te lo dije”.  No quiero despertarme de nuevo en medio de un placentero sueño con el sudor corriendo por todo mi cuerpo. Un cuerpo que más tarde n

Historias y leche molía

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Domingo siempre ha sido un hombre de mucho carácter. Y también gracias a este rasgo ha salido adelante en muchas situaciones complicadas de sus 85 años de vida. Nunca ha sido un hombre muy cariñoso, pero sí sabio, generoso, acertado en sus consejos; exagerado, apurado, gruñón. Muchos de estos calificativos los han heredado cada uno de sus hijos y nietos, pues no hay frase más sonada en la familia que: “Hijo (nieto) de Dominguito tenías que ser”. Es el autor de frases célebres como “historias y leche molía ” para cuando no le interesa lo que le preguntan; “voy a echarme un buche de lejía” cuando bebía un poco de ron antes de almorzar; o “a la rial puñeta” cuando te mandaba a freír espárragos. Es más, no conozco ninguna otra persona en el mundo que coja las papas de la sartén, con el aceite centelleando, y se las coma sin sentir ningún dolor, sino placer, pues le encantaban. Me vienen a la mente muchos recuerdos de mi abuelo: dando tiros leyendo novelas del oeste, liándose

Verdad sin enmascarar

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¡Qué gran verdad! Verdades como puños Se coge antes a un mentiroso que a un cojo Eso es una verdad como un castillo… Son muchos los refranes y dichos populares que reflejan la importancia de esta palabra. Sin embargo, como casi todo en este mundo es relativo. No es lo mismo mentir que no decir toda la verdad, ¿o sí? ¿Qué preferirías, verdades a medias o mentiras muy creíbles? La verdad no tiene precio pero sí un gran valor; sólo el necio confunde valor y precio. Es más recomendable aunque también más doloroso, el beso verdadero de una despedida que el abrazo eterno de la mentira. Antepongo desvanecerme en la claridad de una verdad a renacer con las crueles palabras de una mentira que solo perpetúan la tortura. No obstante, la verdad no es plato de buen gusto para todos. Muchos prefieren vendarse los ojos, taparse oídos y boca como defensa ante la verdad. Acogen la mentira en su seno como única salida, auto-engañándose, siendo la primera el único camino siempre