Historias y leche molía


Domingo siempre ha sido un hombre de mucho carácter. Y también gracias a este rasgo ha salido adelante en muchas situaciones complicadas de sus 85 años de vida.

Nunca ha sido un hombre muy cariñoso, pero sí sabio, generoso, acertado en sus consejos; exagerado, apurado, gruñón. Muchos de estos calificativos los han heredado cada uno de sus hijos y nietos, pues no hay frase más sonada en la familia que: “Hijo (nieto) de Dominguito tenías que ser”.

Es el autor de frases célebres como “historias y leche molía” para cuando no le interesa lo que le preguntan; “voy a echarme un buche de lejía” cuando bebía un poco de ron antes de almorzar; o “a la rial puñeta” cuando te mandaba a freír espárragos. Es más, no conozco ninguna otra persona en el mundo que coja las papas de la sartén, con el aceite centelleando, y se las coma sin sentir ningún dolor, sino placer, pues le encantaban.

Me vienen a la mente muchos recuerdos de mi abuelo: dando tiros leyendo novelas del oeste, liándose un cigarrillo de picadura, haciendo taburetes de madera para los nietos, jugando a la ronda en las fiestas navideñas hasta que amanecía (haciendo trampas, claro…), llamando a su querida Marisol, el sonido de sus llaves atadas a la cintura al caminar, el cuchillo canario al otro lado del cinturón, el mimo con el que aún cuida su sombrero negro. Nunca se quejó cuando lo llamaban Carmelito y a su mujer Dominguita.

Y aunque él ya no puede recordar estas cosas, puesto que hemos tenido que aprender a convivir con nuestro amigo Alzhéimer, lo que no se le ha olvidado es cómo reñir cuando algo no le gusta, cómo seguir siendo esclavo del reloj, cómo chinchar a pequeños y grandes con sus bromas y sustos, mostrando su lado más travieso.

No es fácil ver cómo esta enfermedad le va robando trozos de vida, cómo va borrando recuerdos gratos de la memoria de mi abuelo y dejando algunos que únicamente consiguen hacerle confundir historias y revivir dolores en su envejecida alma.

Fue muy duro el primer día que mi abuelo no me reconoció al llegar a su casa, y como a mí al resto de la familia paulatinamente. Tendría la excusa de que somos muchos, pero él nunca fue de esos, no pecaba de ignorancia, nos reconocía y sabía de nuestras peculiaridades. Entendía en el momento que le podía dar una broma a uno de nosotros y qué clase de perrería también.

Sin embargo, y como siempre, toda tragedia tiene un lado de comedia, o lo que es lo mismo, podemos obtener una lectura positiva de esta situación que nos ha tocado vivir. Nos reunimos más veces que antes en casa de los patriarcas, nos preocupamos todos de los viejos, hablamos más entre nosotros.

A veces pueden saltar chispas entre tanto voltaje, mas tenemos todos un objetivo común que no olvidamos por muchas disputas que haya: hacerle la vida más fácil a los abuelos, que su estancia en el mundo sea más agradable, más cómoda, acompañarlos, velar por ellos. En fin, devolverles todo lo que ellos, de una forma o de otra, han hecho por ayudarnos, desinteresadamente, sí, pero como muchas veces decimos, cuando ya no estén no podremos hacer nada más por ellos.

Quedémonos con los buenos momentos y con las buenas acciones que hacemos diariamente por ellos y entre nosotros, y sigamos con esta dedicación, antes de que llegue el monstruo desgarrador de recuerdos a saquear lo que queda sin piedad.


Comentarios

  1. Bellas palabras, que arrancan muchos sentimientos de lo más profundo y desde tan lejos unas lágrimas incontroladas, pero compartiendo todas y cada una de tus palabras.
    Sigue así bella flor.

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  2. Que bonito prima ,como me recuerda a mi abuelo, su hermano , en el caracter y como no en el tipico sombrero negro, disfrutarlo todo lo que puedan ,ya que yo no pude todo lo que me hubiera gustado ,por circustancias de la vida , un besote y espero le lleguen mis recuerdos.

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  3. Precioso hija!! Esto me hace revivir situaciones y recuerdos y aflorar sentimientos. Me alegra saber que has disfrutado de la vida y la compañía de los abuelos. Esto a más de una persona le haría falta leerlo. Llega al corazón.

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  4. Dominguito y Carmelita unos abuelos ejemplares, todo un privilegio para todas las familias y vecinos que le conocemos y para todo las parsonas que saben valorar el tesoro de tenerlos aún en medio de nosotros.
    Preciosa reflexión mi niña.

    Vecina de Barranco Hondo de abajo.

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  5. Muchas gracias a todas por estos comentarios tan bonitos y sentidos

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