Ofrenda
Como cada 27 de junio
desde hace varios años, cargan sus mochilas de energía, voluntad, fe, alegría y
fuerza, se enfundan sus zapatos y comienzan el camino hacia el Tamadaba en compañía
de amigos y familiares. Por el camino: bromas, risas, agotamiento y algún que
otro descanso para recuperar el aliento.
Después de pasar la
noche a la intemperie y de casi no dormir, abordan la bajada de las montañas,
para ella el peor tramo de toda la travesía, pero él, siempre paciente, la
acompaña camino abajo con sus paradas correspondientes, hasta llegar al
barullo, donde el gentío canta y baila al son de las bandas de música alzando
las ramas que con mucho esmero confeccionaron durante la madrugada en el pinar.
Se pasan el día
bailando la rama, para por la tarde, antes de que suene el último volador,
dejar frente a San Pedro la ofrenda que han cargado durante toda la jornada. Y
aunque ella es foránea del lugar, hizo caso del consejo que le dieron los
lugareños desde la primera vez que participó de esta costumbre, y en
consecuencia cada 28 de junio, al entregar la rama al Santo pide su particular
deseo. Y deben tener razón estos vecinos, puesto que ya son 3 años los que la
pareja acude a la fiesta de la mano.
PRECIOSO! EL MEJOR REGALO DE CUMPLEAÑOS QUE SE PUEDA DESEAR! PyQ!!!
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