Cómo aprender a nadar
En el verano del 91 Marina,
de 5 años, se encontraba veraneando en el sur de una preciosa isla del
Atlántico. Se pasó todo el verano disfrutando del sol, la piscina, la playa,
los paseos, los zumos de frutas tropicales, nuevos amigos.
Todos los días repetía el
mismo procedimiento. Se despertaba junto a su prima Noelia, reservaban unas
cuantas hamacas en la piscina para la familia, se tomaban el zumo mañanero que
les preparaba su tía Celeste y una vez habían desayunado bien, se zambullían en
la piscina para no salir hasta la hora del almuerzo. La niña se tiraba una y
otra vez al agua, de mil y una maneras, pero eso sí, con la seguridad que le daba
su flotador, ya que aún no sabía nadar. Y lo que tampoco sabía Marina era que
ese verano iba a aprender una lección que le sería útil para el resto de su
vida.
Una tarde, prácticamente al
final de la época estival, mientras las pequeñas seguían jugando en la piscina,
uno de los familiares salió a la terraza muy disimuladamente para observar cómo
Marina se resistía a flotar sin su salvavidas como lo había hecho durante toda
su estancia en el apartamento, a pesar de los ánimos que le daban todos para
que aprendiese a nadar. En un descuido de la cría, Emilio la cogió por los
brazos, le arrebató su flotador y la lanzó a la piscina. Ella se hundió durante
unos segundos, en los que rápidamente pensó que sólo tenía dos opciones:
dejarse caer hasta el fondo o bien luchar y salir a flote.
Y exactamente de ahí sacó la
moraleja que le ayudaría a superar cada difícil momento de su vida. A veces se
necesita de alguien que te dé un pequeño empujoncito, pero la decisión de
superar ese obstáculo o quedarse tras la barrera sólo depende de TI.
Marina estará toda su vida dando gracias a Emilio, aunque le hizo pasar ese gran susto.
ResponderEliminarGenial!!! qué buena memoria, me alegro que la moraleja aprendida y del provecho sacado de ella
ResponderEliminarMuchas gracias!! Mi sospecha se confirma y la misma Celeste en persona lee mis entradas. Muy contenta por ello!!!
ResponderEliminarQue buena reflexión, efectivamente "depende de ti" y en realidad está en ti, nadie le dio ninguna clase a Marina. Aunque sospecho que el rico zumo de la tía Celeste, quizás también le diera fuerzas.
ResponderEliminarQue bien escribes Mari Pino !