Dar y/o recibir


¿Vale la pena dar? ¿Dar para recibir o simplemente dar por dar? ¿Qué pasa cuando das y no recibes?

En toda relación (de amistad, laboral, amorosa), en el fondo existe una suposición implícita que ambas partes conocen, aunque sea inconscientemente: la simbiosis que se forja entre ellas. Es más evidente en una relación de negocios pero en una personal también está presente. Si compartes tu vida con una persona es porque te aporta algo, de lo que careces por naturaleza y que te gusta tener, sentir, saber, compartir. No hay que confundir esto con un interés ruin sino que hay que entenderlo como la posibilidad de crear sinergias positivas entre personas, totalmente lícitas.

Pero, ¿qué pasa si una de las partes deja de dar y sólo se dispone a recibir? ¿Cómo debe actuar la otra parte? Puede seguir facilitando sus conocimientos, sus sentimientos, sus ideas, su energía, su compañía, o simplemente copiar la postura de su contraparte. En el primer caso, el sentimiento de inferioridad puede vencer a la autoestima de esta persona, y en el segundo, posiblemente la relación amistosa o de amor se romperá, porque ya ninguna de las partes obtendrá nada de la otra, ya no conseguirán nada juntos, no se aportan nada el uno al otro.

Lo ideal es que el todo sea más que la suma de las partes, pero cuando esta premisa se rompe ¿qué hacer?

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