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Auto-sincericidio

¿Conoces esa sensación que se te queda en el cuerpo tras haber dicho algo de ti mismo que no debiste decir? Sincericidio es el hecho de matar con la sinceridad; ser tan honesto y tan fiel a tus principios que haces daño con tus sinceras palabras. No haces un uso adecuado de la sinceridad sino que abusas de ella. Puede que tu intención sea hacer un favor, pero acabas cometiendo un error. Mientras que la sinceridad incluye cierto tacto, el sincericidio carece de total sutileza, realizando un daño moral o psicológico en el receptor del mensaje. ¿Y qué pasa cuando eres tú mismo el que sufre ese daño? Yo lo he acuñado como auto-sincericidio.  Cuando hablas de ti mismo dejando al aire todos los pensamientos, opiniones, ideales y objetivos, mientras que los demás saben ser más astutos, cuales zorros. Quizás piensen de igual forma, seguramente tu estás articulando las palabras que a ellos se les pasa por la mente, pero eres tú el que terminas diciéndolo, suicidándote con tus propios p

Un mes como cajera

"Cajera puede ser cualquiera". Pues no, se equivoca. No sirve para ser cajera de un gran supermercado cualquier persona, y digo persona, porque ya no solo hay cajeras, sino cajeros también, para el deleite visual de muchos y muchas. Siempre se ha tenido la idea de que si necesitas un trabajo a media jornada, ser cajero es el indicado. Que si necesitas unos ingresos extra, esta actividad te los proporcionará sin mucho esfuerzo. Que sólo necesitas poner tu amplia sonrisa y pasar la compra por el escáner, pulsando alguna tecla de vez en cuando. Todo esto es cierto, pero muy incompleto. Cierto que es un buen trabajo a media jornada, cierto que se tiene que sonreír a toda hora y ser amable con los clientes, con los más simpáticos y los menos simpáticos también. ¡Ojalá fuera solo esto! Existe tensión constante durante toda la jornada de trabajo de un cajero por varios aspectos: que me escanee bien la máquina, que no se me trabe el ordenador, que no se me cuelgue el dat

Un mes como....Reponedora

Cuando entras en los supermercados y ves a los trabajadores estresados, piensas: no es para tanto. Cuando falta algún producto que vas buscando y tienes que pedirlo a alguien, te resulta muy pesado que tengan que ir al almacén y tarden un poco: ni que lo estuviera fabricando. Cuando paseas por los pasillos buscando completar tu lista de la compra y te tropiezas con carros de mercancía, te molesta: ¿no pueden hacerlo en otro momento? Cuando ves a un señor mayor o a una chica joven reponiendo, te causa pena: no sirve para nada más. Muchos suponen, en su más profunda ignorancia, que los reponedores de los supermercados tienen un trabajo fácil, monótono, aburrido, pesado...y que están ahí para servirlos, como clientes pero también como señorones que hacen el favor de ir a ese establecimiento exactamente a dejar su dinero por los productos que cubren las necesidades más básicas que hay en el mundo: la comida y la higiene. Y sólo tienen razón en una cosa: estamos al serv

Fe

Creer sin ver, eso es fe. Creer con la esperanza de que sea como tú imaginas, eso es fe. Cerrar los ojos, dejar la mente en blanco, y escuchar a tu corazón, eso es fe. No pensar en el pasado, enfrentarse al presente para que haya un futuro, eso es fe. Saber practicar la paciencia y los buenos pensamientos, eso es fe. Desear sin dejar de recordar los buenos momentos vividos, eso es fe. Visualizarte recuperado, algo cambiado por tu bien, eso es fe. Querer que vivas otra vida mejor, eso es fe. Saber que lo imposible se intenta, eso es fe. Lágrimas de amor, de preocupación, de alegría, eso es fe. Nuevas sonrisas compartidas, nueva unión, eso es fe. Mirar a cada lado y verte, eso es fe. Que sea finalmente lo que todos deseamos, eso es fe, eso es realidad.

Seleccionada para Publicación de Micro-Relato

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El a ño pasado, el  mes pasado, , presenté un micro-relato a un concurso de Diversidad Literaria. Se presentaron 3100, había un ganador y varios finalistas. El mío quedó entre los seleccionados para ser publicado en Pluma, tinta y papel II junto con otros 1099. Aunque no fui ni ganadora ni finalista, ha sido todo un lujo y un orgullo para mí, pues también podría haber estado entre los dos mil restantes que no fueron publicados. Además, ha sido el primer concurso al que me presento, y el resultado me ha dado más empuje y ánimos para seguir en esta dirección (entre otras muchas). Y como mi micro-relato es sólo mío, lo quiero compartir con ustedes (el libro publicado lo tuve que comprar si lo quería tener): "Miró hacia adelante, decidida pero nerviosa. Las rodillas le temblaban y casi no podía dar un paso. Intentó con todas sus fuerzas no mirar a los lados y que el olor a miedo no se extendiera. Intentó poner un gesto amable, relajar el rostro. Lo intentó, pero no lo consig