Presiones


Cuando todo el mundo no ve lo que hay detrás de tus rostro, cuando no valoran por lo que has pasado, cuando solamente ven el lugar donde estás en la actualidad sin apreciar los duros pasos que has dado para llegar a él.

Cuando te juzgan únicamente por dos segundos que están contigo sin imaginarse lo que ocurre en las 24 horas de un día, 365 días al año. Cuando exclusivamente recibes críticas, juicios, dudas, argumentos en contra, puntillas cítricas que escuecen como una herida abierta en contacto con el agua salada.

Cuando te piden ser más de lo que puedes ser, en un alarde de perfección, enmascarándolo en un proceso elemental de mejora. Cuando tienes que estar de punta en blanco y simultáneamente ocuparte de otras mil facetas de tu vida, sin recibir ni siquiera una palmadita en la espalda como reconocimiento.

Cuando la situación del entorno te influye de tal manera que no te permite avanzar en la dirección que una vez te propusiste. Cuando la consecución de tus sueños, ilusiones, propósitos, objetivos, metas, proyectos, no depende solamente de ti y de tu esfuerzo y constancia, ya que si fuera por eso, ya no serían una mera ensoñación sino una realidad.

Cuando ocurre todo esto, la mejor solución es pintarte una sonrisa en los labios, hacer oídos sordos y ojos ciegos a las acciones que no te aportan positivismo. Pero esta postura en sí misma supone una presión más que se suma a todas las anteriores. Y lo peor de todo es que el balde de las presiones posee un reboso ínfimo.


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