Tu cuerpo está contenido. Escúchalo. Te pide a gritos una sacudida. Necesita explotar, soltar toda esa energía que se acumula en tu interior. Ya no te vale correr, trabajar en jornadas intensas, hacer ejercicios hasta caer exhausta, leer hasta la medianoche, dejar la casa limpia como una patena. Tu cuerpo te pide algo más. Tus hormonas brincan lujuriosas, en tu cabeza hay algo que no te deja parar, y tu cuerpo también lo sigue cual flautista de Hamelín. Ya no puedes parar, te dejas llevar por el sonido de esa flauta mágica que todo lo embriaga. Por tu mente pasan miles de imágenes, pero no distingues ninguna con claridad. Has llegado a esa cima en la que ya nada tiene sentido, pero poco te importa. Cierras los ojos y te dejas llevar...arriba, abajo...sin control sobre tu cuerpo ni tus sentidos. Ya no hay vuelta atrás. Te esfuerzas por abrir los ojos, por saber qué pasa a tu alrededor, pero tu instinto femenino no te deja, quiere lo disfrutes todo en plenitud. Quie...