Qué ganas



Qué ganas de decir se acabó. Se acabó el levantarse con cara de pocos amigos, de despertarse cada mañana para trabajar por media jornada, con suerte, como cajero de supermercado, limpiador de cristales, cuidador de niños... Todos ellos empleos muy dignos pero muy por debajo de las aspiraciones de una persona con estudios más allá de los secundarios.

Qué ganas de decir se acabó. Se acabó ver u oir malas noticias relacionadas con desahucios, prima de riesgo, tipo de interés, niveles de desempleo, umbral de la pobreza, analfabetización y todos esos índices que no nos hacen sino ser más que puros números en estadísticas.

Qué ganas de decir se acabó. Se acabó el luchar contra la burocracia, contra la clase política que gobierna de espaldas al pueblo y en medio de la oscuridad, contra las entidades financieras y sus cláusulas enmascaradas, contra el IPC y las subidas de impuestos.

Qué ganas de empezar. Qué ganas de empezar a sonreír a cada hora del día y de la noche, de dar saltos de alegría por cada buena nueva que nos den a cada paso que demos por la calle, libres, motivados, integrados, orgullosos de lo que somos y de lo que hemos conseguido.

Qué ganas de empezar. Qué ganas de empezar a rechazar trabajos, porque podamos elegir el mejor dentro de nuestras posibilidades, de que necesiten nuestros intelectos y que se peleen por ellos, de que no tengamos miedo a movernos libremente en el mercado laboral porque siempre habrá un puesto para cada uno de nosotros.

Qué ganas de empezar. Qué ganas de empezar a trabajar para vivir y para disfrutar, gozar de la vida y no pre-ocuparnos del montante de la compra de principio de mes, porque esto signifique que tienes tanto poder adquisitivo como para no pensar continuamente en los gastos mensuales.

Qué ganas de decir se acabó, y seguidamente, qué ganas de empezar.

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