Todos no somos iguales
¿Tengo
que resignarme a la idea de que estoy sola en este mundo? ¿Que ya el
compañerismo, la amistad verdadera, la solidaridad, la comprensión…han muerto?
¿Será cierta la premisa que reza: solos venimos y solos nos vamos? ¿Seré yo la
única ingenua de este planeta a la que le gusta contar con los demás, tanto
para tristezas, alegrías, motivaciones, ilusiones, preocupaciones, problemas y
soluciones? ¿La única que es decepcionada una vez tras otra y aún así sigue
prestando su ayuda a quien la necesita y sin que la tengan que reclamar?
¿Tendré tal capacidad de cicatrización fuera de lo normal que olvido las
puñaladas de hoy para mañana? ¿Es verdad que esta crisis no es sólo económica
sino de valores y que ya todo vale? ¿Vale romper lazos de unión, pisar a tu igual,
dejar a un amigo en la estacada? ¿Es lícito considerar la vida como un ring en el que hay que pelear sin pensar
en quien tienes enfrente? ¿Ha dejado de ser axiomático eso de que el todo es
mayor a la suma de las partes y en consecuencia ya nadie coopera con nadie?
¿Seguimos anclados en el pasado mediante pensamientos tales como “la
información es poder” y de ahí tanto secretismo y ocultismo? ¿Por qué no nos
dedicamos a ser simbióticos y desterramos la imagen preconcebida de chupópteros
que tenemos del resto? Ya que, afortunadamente, todos no somos iguales.
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