Verdad sin enmascarar
¡Qué
gran verdad!
Verdades
como puños
Se
coge antes a un mentiroso que a un cojo
Eso
es una verdad como un castillo…
Son
muchos los refranes y dichos populares que reflejan la importancia de esta
palabra. Sin embargo, como casi todo en este mundo es relativo. No es lo mismo
mentir que no decir toda la verdad, ¿o sí? ¿Qué preferirías, verdades a medias
o mentiras muy creíbles?
La
verdad no tiene precio pero sí un gran valor; sólo el necio confunde valor y
precio. Es más recomendable aunque también más doloroso, el beso verdadero de
una despedida que el abrazo eterno de la mentira. Antepongo desvanecerme en la
claridad de una verdad a renacer con las crueles palabras de una mentira que
solo perpetúan la tortura.
No
obstante, la verdad no es plato de buen gusto para todos. Muchos prefieren
vendarse los ojos, taparse oídos y boca como defensa ante la verdad. Acogen la
mentira en su seno como única salida, auto-engañándose, siendo la primera el
único camino siempre. Pero este término no es universal, sino cambiante con las
personas, situaciones, emociones… Puede caber en un puño o necesitar un
castillo para expandirse.
Lo
importante es saber de la existencia de la verdad y poder decir alguna vez: he
mirado a los ojos a la mentira, y a pesar de su guiño, he optado por la mirada
limpia de su veraz contrincante.
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