Te quiero


Ella siempre te recibe en la puerta con una sonrisa, por muy duro que haya sido su día. Prefiere preguntarte por tu estado a desahogarse relatando los múltiples obstáculos que ha tenido que salvar durante la semana.

Ella ha aprendido a lo largo de muchos años a dejar a un lado por un instante los quehaceres pendientes en la casa y a cuidarse un poco más. Pero esto no quiere decir que arrincone sus obligaciones, pues para cumplir es la primera. Siempre está dispuesta a socorrer a grandes y pequeños, más o menos allegados. Y por esto mismo, a veces la primera proposición se le suele olvidar.

Ella es la que me ha ayudado en todos los aspectos de mi vida, durante mi primer cuarto de siglo y espero que siga haciéndolo durante otro cuarto como mínimo. Es la que me alienta para dar el paso decisivo en cada uno de mis proyectos. Siempre está presente en el momento exacto para darme un pequeño empujoncito, un abrazo reparador o unas palabras aleccionadoras.

Cuando el resto del mundo está en tu contra con la fuerza de un tsunami, ella aparece con un escueto chubasquero que basta para cubrirte y protegerte, dándote ánimos para continuar con tu velero particular sin que ninguna ola te pueda hacer daño.

Y lo que es aún más importante, te deja hacer, te permite ser tú, desarrollar tu personalidad, aplicar tu sistema, cometer errores, aprender a enfrentarte a la vida y vivirla según tus criterios, permaneciendo siempre presente pero sin hacerte sombra.

Sabe qué te ocurre con sólo observar tu caminar, y mientras te hace algunas preguntas para aseverar su presentimiento, revisa su agenda mentalmente, por si tuviera que modificarla para estar disponible para ti en cualquier momento y para cualquier tema.

No importa que tengas un hermano, dos o siete, ella te hace sentir importante como si no hubiese nadie más a su alrededor, aunque lo que estés diciendo o haciendo sea lo más nimio que exista. Es incapaz de elegir, a su vez, entre alguno de sus hijos, porque no concibe su vida sin ninguno de ellos.

Es partícipe de todo tipo de experiencias: es la que más sufre cuando se te rompe algo en el alma y la que más disfruta con tus logros. Llora contigo, ríe contigo. Hace todo lo posible para contentarte, incluso en su propio detrimento. Y si no lo consigue siente que ha fracasado, aunque estuviera fuera de sus posibilidades reales.

Y es que verdaderamente, el amor, la dedicación, el cariño, el trabajo constante de una madre no se valora lo suficiente. Es más, no tiene precio. Te quiere por encima de todas las cosas, por muchos disgustos y decepciones que le hayas dado. Únicamente recuerda los aspectos de ti que le hacen feliz. Solo sabe tener palabras de gratitud hacia la vida por ser madre. Y yo hoy se las devuelvo por tener la tremenda suerte y el gran honor de ser su hija desde hace 26 años. Te quiero.


Comentarios

  1. Benditas seas hija, soy madre y esas hermosas palabras hacia tu madre, son el fruto de toda tu vivencia y lo que una verdadera madre te ha hecho en tí, ojalá que todos los hijos del mundo sepan valorar ese gran tesoro, pues cuando se nos va una madre...se va un cachito de nuestra alma, a la vez que siempre esará en tu corazón.
    Un beso muy grande para tí, y tu madre.
    Que Dios te la conserve por muchos años y tu sigas siendo una hija, explendorosa de cariño y amabilidad y agradecida como hasta hoy.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tus hermosas palabras, solo espero ser la mitad de buena madre que la mía. Un saludo.

      Eliminar
  2. maravillosas palabras.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Un mes como cajera

Mirando atrás

Micro-relato #reto5lineas Abril 2019 - Corazón desbocado